Una nueva forma de hacer mudanzas
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Es en este punto cuando tú dices: Pero, ¿por qué vas a pagar por una mudanza cuando tus amigos te pueden ayudar gratis? Primero te vamos a dar la razón recurriendo a dos experimentos científicos y luego te lo vamos a rebatir con un argumento contundente (nada científico).
Nos sentimos tan incómodos cuando pedimos un favor que no somos capaces de evaluar de forma adecuada los sentimientos de la persona a la que se lo pedimos. Vamos que como a nosotros nos da cosa hacerlo pensamos siempre que los demás no nos van a querer hacer el favor. La ciencia nos dice que es justo lo contrario (aunque no por los motivos que podrías imaginar).
Resulta que los psicólogos M. Mahdi Roghanizada (Universidad de Waterloo) y Vanessa Bohns (Universidad de Cornell) se han encontrado en dos recientes experimentos con que las personas tienden a subestimar la efectividad de las solicitudes hechas en persona.
“Las personas se sienten tan torpes e incómodas al decir 'no' en persona, tanto por lo que podría decir sobre ellos mismos como por el hecho de estar 'fallando' a otro ser humano, que terminan aceptando”, concluyeron estos dos investigadores.
En el primer experimento, según cuentan Bohns y Roghanizada, encargaron a 45 estudiantes universitarios que pidieran cada uno a diez desconocidos que completaran una breve encuesta de personalidad. La mitad de los solicitantes tenían que hacerlo cara a cara, acercándose a 10 estudiantes desconocidos en un campus universitario, mientras que los otros solicitantes tenían que enviar correos electrónicos a extraños elegidos del directorio de la universidad. En ambas condiciones, los solicitantes utilizaron el mismo guión para realizar la solicitud. Antes de comenzar, se les preguntó a los solicitantes cuántas personas pensaban que podrían obtener para completar la encuesta. Los resultados confirmaron la hipótesis de los investigadores: aquellos que tenían que hacerlo cara a cara subestimaron sus poderes de persuasión, mientras que aquellos que recurrían al correo electrónico sobreestimaron su tasa de éxito. Ambos grupos de solicitantes pensaron que podrían obtener alrededor de 5 personas de cada 10 para realizar la encuesta. Mientras que los solicitantes de correo electrónico convencieron a alrededor del 10% de las personas para les hicieran al favor, las solicitudes cara a cara de un total desconocido dieron como resultado una tasa de éxito de alrededor del 70%.
En un segundo estudio, escogieron a 60 víctimas (digo, estudiantes universitarios). Esta vez, se pagaba un dólar por cada encuesta cumplimentada (un dólar) y además había que pedirles que hicieran una segunda tarea de revisión de la encuesta de forma gratuita. De nuevo, dos grupos: uno cara a cara y otro, por email.
Una vez más, los solicitantes de ambos grupos predijeron las mismas tasas de éxito, pero los que se encontraban cara a cara tuvieron mucho más éxito. Una de las razones por las cuales las solicitudes cara a cara son mucho más efectivas es porque las personas se sienten más incómodas y torpes al decir que no en persona.
Pues lo mismo ocurre con las mudanzas. Te da 'palo' pedir ayuda, pero si lo pides, te terminan ayudando por no quedar mal. El problema está en las edades. No es lo mismo pedir este favor con 20 años que con 42, cuando las fuerzas y el tiempo libre flaquean.
Y es en esa delgada línea roja donde entra en juego este negocio.
Dolly es una plataforma para contratar camiones de mudanza y personal de mudanza independiente (autónomos, en lugar de empresas) desde el móvil: vamos, un marketplace de profesionales independientes de la mudanza. La empresa se encarga de hacer una criba previa de profesionales: en realidad aplica el modelo de Uber a las mudanzas. No es un marketplace de pymes de mudanzas (de esos hay unos cuantos en la red), ofrece otros precios y tampoco es un taskrabbit/fiverr en el que no sabes quién es realmente el que te está echando una mano (al menos los que no somos millennials desconfiamos de esta opción.
Y da más opciones de las habituales. Por ejemplo, eres tú el que eliges cuántas personas quieres que te ayuden y cuántos vehículos van a intervenir en la mudanza (en lugar del proveedor). Por ejemplo, tienen una opción llamativa que se podría traducir como 'en la cuneta': te dejan los muebles en la puerta, más barato y eres tú quien tienes que meterlo dentro del nuevo domicilio.
Llevan ya tres años en el mercado (en realidad cuatro si tenemos en cuenta que estuvieron un año en Beta).
Es en este punto cuando tú dices: Pero, ¿por qué vas a pagar por una mudanza cuando tus amigos te pueden ayudar gratis? Primero te vamos a dar la razón recurriendo a dos experimentos científicos y luego te lo vamos a rebatir con un argumento contundente (nada científico).
Nos sentimos tan incómodos cuando pedimos un favor que no somos capaces de evaluar de forma adecuada los sentimientos de la persona a la que se lo pedimos. Vamos que como a nosotros nos da cosa hacerlo pensamos siempre que los demás no nos van a querer hacer el favor. La ciencia nos dice que es justo lo contrario (aunque no por los motivos que podrías imaginar).
Resulta que los psicólogos M. Mahdi Roghanizada (Universidad de Waterloo) y Vanessa Bohns (Universidad de Cornell) se han encontrado en dos recientes experimentos con que las personas tienden a subestimar la efectividad de las solicitudes hechas en persona.
“Las personas se sienten tan torpes e incómodas al decir 'no' en persona, tanto por lo que podría decir sobre ellos mismos como por el hecho de estar 'fallando' a otro ser humano, que terminan aceptando”, concluyeron estos dos investigadores.
En el primer experimento, según cuentan Bohns y Roghanizada, encargaron a 45 estudiantes universitarios que pidieran cada uno a diez desconocidos que completaran una breve encuesta de personalidad. La mitad de los solicitantes tenían que hacerlo cara a cara, acercándose a 10 estudiantes desconocidos en un campus universitario, mientras que los otros solicitantes tenían que enviar correos electrónicos a extraños elegidos del directorio de la universidad. En ambas condiciones, los solicitantes utilizaron el mismo guión para realizar la solicitud. Antes de comenzar, se les preguntó a los solicitantes cuántas personas pensaban que podrían obtener para completar la encuesta. Los resultados confirmaron la hipótesis de los investigadores: aquellos que tenían que hacerlo cara a cara subestimaron sus poderes de persuasión, mientras que aquellos que recurrían al correo electrónico sobreestimaron su tasa de éxito. Ambos grupos de solicitantes pensaron que podrían obtener alrededor de 5 personas de cada 10 para realizar la encuesta. Mientras que los solicitantes de correo electrónico convencieron a alrededor del 10% de las personas para les hicieran al favor, las solicitudes cara a cara de un total desconocido dieron como resultado una tasa de éxito de alrededor del 70%.
En un segundo estudio, escogieron a 60 víctimas (digo, estudiantes universitarios). Esta vez, se pagaba un dólar por cada encuesta cumplimentada (un dólar) y además había que pedirles que hicieran una segunda tarea de revisión de la encuesta de forma gratuita. De nuevo, dos grupos: uno cara a cara y otro, por email.
Una vez más, los solicitantes de ambos grupos predijeron las mismas tasas de éxito, pero los que se encontraban cara a cara tuvieron mucho más éxito. Una de las razones por las cuales las solicitudes cara a cara son mucho más efectivas es porque las personas se sienten más incómodas y torpes al decir que no en persona.
Pues lo mismo ocurre con las mudanzas. Te da 'palo' pedir ayuda, pero si lo pides, te terminan ayudando por no quedar mal. El problema está en las edades. No es lo mismo pedir este favor con 20 años que con 42, cuando las fuerzas y el tiempo libre flaquean.
Y es en esa delgada línea roja donde entra en juego este negocio.
Dolly es una plataforma para contratar camiones de mudanza y personal de mudanza independiente (autónomos, en lugar de empresas) desde el móvil: vamos, un marketplace de profesionales independientes de la mudanza. La empresa se encarga de hacer una criba previa de profesionales: en realidad aplica el modelo de Uber a las mudanzas. No es un marketplace de pymes de mudanzas (de esos hay unos cuantos en la red), ofrece otros precios y tampoco es un taskrabbit/fiverr en el que no sabes quién es realmente el que te está echando una mano (al menos los que no somos millennials desconfiamos de esta opción.
Y da más opciones de las habituales. Por ejemplo, eres tú el que eliges cuántas personas quieres que te ayuden y cuántos vehículos van a intervenir en la mudanza (en lugar del proveedor). Por ejemplo, tienen una opción llamativa que se podría traducir como 'en la cuneta': te dejan los muebles en la puerta, más barato y eres tú quien tienes que meterlo dentro del nuevo domicilio.
Llevan ya tres años en el mercado (en realidad cuatro si tenemos en cuenta que estuvieron un año en Beta).
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